Conquista de Mexico y Peru

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Conquista de Mexico
Los primeros asentamientos españoles se ubicaron en las islas Antillas, estableciendo su centro de operaciones, primero en La Española y luego en Cuba, desde donde partió Hernán Cortés, un funcionario del gobierno español, con estudios universitarios, en febrero de 1519, con 11 naves y 600 hombres, a realizar la conquista del continente, impulsado por las ansias de hallar las riquezas de las que habían tomado conocimiento a través de los relatos de los aborígenes antillanos, pero sin autorización del gobernador de Cuba, Diego de Velásquez.
El avance hacia la capital azteca, fue facilitado por numerosas tribus, primero los totonacas y, luego la de los tlaxcaltecas, que veían en los extranjeros la posibilidad de liberarse de los fuertes tributos que imponían los aztecas a los pueblos sometidos, y especialmente por una mujer, que le fuera entregada a Cortés como esclava, llamada La Malinche quien aportó datos sobre la situación de las tribus y sirvió de guía e intérprete.
En el camino, luego de fundar Veracruz, recibieron obsequios enviados por el emperador Moctezuma, jefe de los aztecas, con el objetivo de detenerlos en su avance, pero estas magníficas ofrendas estimularon aún más a los españoles, que llegaron a Tenochtitlán, rodeados de un halo divino, ya que los nativos interpretaron su llegada como un envío del dios supremo, Quetzalcoátl, rindiéndoles honores.
Lejos de retribuir el gesto pacífico, los conquistadores tomaron a Moctezuma prisionero. La actitud de los invasores provocó la ira de este pueblo guerrero, que liderados por Cuauhtémoc, los sitiaron, amenazando a los invasores con sus rudimentarias armas: piedras, arcos y flechas.
Mientras tanto, desde Cuba, una expedición a cargo de Pánfilo Narváez, pretendía hacer regresar a Cortés a Cuba, ya que nunca se le otorgó permiso para dirigirse a México, pero éste salió a su encuentro y lo derrotó, acrecentando sus tropas con las que estaban al mando de Narváez.
Durante la ausencia de Cortés, fue Pedro de Alvarado, a quién los aztecas apoderaron Tonatiuh, “el sol”, por su rubia cabellera, el que se puso al mando de la ciudad, intentando despojar a los aborígenes de sus ricas pertenencias, aprovechando que estaban reunidos en la celebración religiosa de Tóxcatl. Ante la resistencia de los oprimidos, se produjo la matanza del Templo Mayor.
Cortés, obligó a Moctezuma, para calmar la situación, a presentarse ante su pueblo para pedirles que abandonen el ataque, pero el jefe azteca es asesinado por sus propios hombres enardecidos, que disparan sin discriminación. Ante la dramática situación el osado español, emprendió la huida, que se realizó de manera sangrienta, ocasionando la muerte de gran cantidad de españoles, en un episodio, que la historia conserva, con el nombre de “la noche triste”, acaecido el 13 de agosto de 1520.
Cortés y algunos de sus hombres huyeron a Veracruz, donde el jefe quemó sus naves, para impedir la huída de sus hombres e hizo construir bergantines, pieza a pieza que usó para el asedio final de la ciudad. Una vez que se reorganizaron, y con el apoyo de los tlaxcaltecas lograron regresar y vencer definitivamente a los aztecas, quienes habían sufrido una epidemia de viruela, traída por los propios conquistadores, que mató a muchos aztecas, incluido el sucesor de Moctezuma, llamado Cuitláhuac. El último emperador de este pueblo originario fue Cuauhtémoc.
Los españoles, tras una sangrienta lucha, donde fueron asesinados, aproximadamente 40.000 aztecas, se convirtieron en dueños absolutos de un territorio rico y próspero.
El lugar, ahora bajo el domino español, en ese momento bajo el reinado de Carlos I, fue denominado Nueva España, y Cortés nombrado gobernador y capitán general de la nueva colonia, recibiendo además tierras y riquezas.




Conquista de Peru
La expedición, de 180 hombres, partió desde Panamá, donde los españoles habían hallado, en la costa del Pacífico sur, piezas de oro. Al mando de Francisco Pizarro, un hombre analfabeto y sin escrúpulos, de 49 años, quien se asoció con Diego de Almagro, quien se encargaría del abastecimiento militar y el cura Hernando de Luque, que colaboraría en el financiamiento.

Luego de dos intentos fallidos, llegaron a Cajamarca, ubicada al norte del imperio, en noviembre de 1532, en busca de nuevas riquezas. Allí, dos hermanos, Atahualpa y Huascar se disputaban el poder del imperio inca. Aprovechando esta situación los conquistadores avanzaron sobre el territorio e hicieron prisionero a Atahualpa, quien luego ordenó la muerte de su hermano que dominaba el sur del imperio.

Las condiciones que se establecieron para la liberación del inca, fueron la entrega de oro, consistente en llenar, hasta la altura de la mitad, una sala de 22 pies de largo y diecisiete de ancho; hecho que se cumplió y su promesa de convertirse al catolicismo.

Esta fue la cláusula más difícil de cumplir, ya que Atahualpa, no creyó que el libro que le mostraban, al que llamaban Biblia, contuviera la palabra divina, como se le aseguraba. Para comprobarlo, llevó a su oído el texto sagrado, expresando con ironía que no se escuchaba opinión alguna, tras lo cual, lo arrojó al piso. Este hecho determinó, o fue la excusa, para que se considerase justo darle muerte, ante semejante afrenta religiosa, lo que sucedió en enero de 1533, fecha en que los españoles entraron en Cuzco. Atahualpa fue condenado a morir quemado y el 26 de Julio de 1533 antes de ser ejecutado, Atahualpa aceptó ser bautizado, cambiándosele la pena de la hoguera por la de estrangulamiento. Su sucesor, fue el inca Manco Cápac, nombrado por Pizarro.

La conquista de Perú fue larga y difícil, contando los españoles con el apoyo de los huancas, etnia sometida y enemiga de los incas.

El nombre de Inca, como se conoce a este grupo aborigen, se refiere a la casta superior, que ejercía el gobierno en forma despótica, sin consultar a los súbditos. Por eso, no hubo resistencia de la población general a la dominación europea, una vez que la jerarquía incaica fue asesinada o dominada.

La nueva colonia estableció su capital en Lima, la Ciudad de los Reyes, en reemplazo de Cuzco, que era la capital del imperio incaico, pero que a los españoles les resultaba muy insegura, por su ubicación aislada. Lima permitía la comunicación con otras posesiones españolas, ya que se hallaba en la costa del Pacífico.

Los españoles, en posesión del actual territorio de Perú, con enormes riquezas en oro y plata, disputaron el mando, en encarnizadas luchas, donde Pizarro perdió la vida.

En 1534, el rey Carlos I, firmó capitulaciones, asignando parte del territorio a cada conquistador.

En 1544, se creó el Virreinato del Perú.

Luego de cuarenta años de dominación, Manco Cápac, luego de comprobar las verdaderas intenciones de los invasores, huyó con su gente, tras el asesinato de Túpac Amaru, en 1571, quien fue ejecutado por no confiar el virrey Toledo, en que el inca, que gobernaba Vilcabamba, lugar que se resistía a abandonar, no se rebelara contra los conquistadores.

Manco Cápac, buscó refugio en las sierras, construyendo fortalezas, que guardarían para las generaciones futuras, los restos de una cultura muy avanzada, dentro de las desarrolladas en América. La máxima expresión de esta reconstrucción de identidad, fue Machu Picchu.